20.3.14

Allí


Su cuerpo desnudo descansa, una pierna enroscada en la sábana y el resto sobre el colchón. Algo acaba de pasar, algo más allá de todo lo que alguna vez hubiese podido imaginar. Acaricio la piel suave que se relaja a mi lado. Recorro su contorno con un dedo curioso y me detengo en la magia absorbente de sus ojos. Quiero estar allí, quiero ser allí.

Mi cuerpo en la claridad del mediodía, mi cuerpo sin ropa que se mueve al trasluz en la ventana semiabierta semicerrada. A veces los espacios no acaban de definirse, dice e incorporo cada palabra.

No me importa entender, saber, definir, organizar; tener razón deja de ser una posibilidad. Sólo compartir momentos, ser nuestras miradas reconociéndose, percibir de alguna forma que sentimos al unísono.

Tenemos un cuerpo para sentir, es lo que más hacemos, dice y llena todo lo existente de su aroma a cúrcuma. Las palabras nos han abundado en demasía. Hablan las siluetas silenciosas acercándose. No podría ser quien soy sin haber sido lo que fui, y cierra su filosofía con sus brazos alrededor de mi espalda.

Me recorre, me saboréa, me eriza. Callamos. Es maravilloso todo lo que se puede decir de esta manera, la propia claridad de la habitación habla con nosotros. No te devoro porque no quiero apropiarme de ti, me responde. Sabemos que nada nos pertenece, todo existe para existir, el sentido es construido, agrega meciéndose sobre mis caderas. He aprendido a amar sin tener, a amar dejando.

Ya no te quiero. Querer es necesitar, es hacer objeto de deseo, de posesión.

Yo te amo, afirman sus ojos y su boca y su mejilla tibia respirando sobre mi pecho. Comprendo que amar no individualiza.

Ama todo lo vivo. Ama lo que camina y vuela en el universo, lo que brota y se entrelaza y regresa a la tierra. Lo que se ve al amanecer y lo que sugiere la noche. El amor perfuma todo como una magnolia, dice y hace brillar los objetos alrededor.

No sé si entiendo ese amor. Algo dentro mío se debate porque quiero ser sólo nosotros, tocar sólo nosotros, inhalar sólo nosotros. No preciso tu cuerpo para amarnos dice y me estremezco.

A dónde hemos ido mientras las sábanas danzaban con nuestra piel. Aquí y ahora dice y llora.

Estamos en el mundo así. Todo excepto nosotros vive de esa manera. Lo hace el árbol que donde pierde una rama brota una nueva. Y el ave apedreada que asume que ya no volará ni cantará. Sin lamentos ocurre la vida la muerte el ciclo. Seamos también el ciclo dice y abrazo sus lágrimas.

El amor no duele. Duele todo lo demás. Lo que no es amor, lo que se aleja.

Precisamos la sabiduría del árbol, es lo último que dice y sé que no volveremos a vernos.