él y yo nos elegimos
sin tambores ni trompetas
sin fuegos artificiales
(sólo en los ojos y en la piel encontrándose sin buscarse)
se encendió el horizonte
más allá
se expandió como un suspiro de extrañarte
y permaneció la caricia
como un oboe antiguo bajo la epidermis
construyendo senderos de hormigas
de montañas, valles y lunas
nos elegimos
hasta asfixiar la resistencia entre los labios
y parir latidos en la madrugada