El parque antes era el parque.
Cada paseo era novedoso y efímero.
Caminantes difusos lo vivían cada día
y desaparecían cada noche.
Nunca supe sus nombres
no me interesan.
El parque estaba cargado de bullicio
y olía a algodón de azúcar.
Hay otro parque
que es el mismo pero
tiene dos siluetas sentadas sobre la hierba,
es silencioso y claro
y perfuma a sandía fresca.
Hemos sembrado un recuerdo en el parque
y todo lo demás se ha desvanecido.
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