27.10.07

agujas


Sin pena ni gloria transito las agujas de este reloj que me tocó ser. Pena sí, ¿gloria? Acaso esperaba que algún cazatalentos me descubriera. Como si el talento fuese materia y yo o cualquier otro pudiésemos tomarlo entre los dedos y sobarlo hasta que eyacule, domesticado. La gloria será un suspiro en las almas contemporáneas, una exhalación sobre el aire de las bocas vivas. Cuando mueran, la vanidad obtenida navegará en humo y luego la misma nada. Por eso no quiero gloria. Tampoco pena. Soy una más, una del montón, gris, amorfa e indefinida. Ya tengo treinta y un años dije el día que los cumplí, como para afirmarme sobre los zapatos que llevaba puestos. Ahora ando descalza. Me apena la mala literatura, sobre todo la mía. Se lo dije esta mañana, y él respondió que algo le gustaba. Quiero ser árbol, preferí. Desilusionada, supe que destruir me daría espacio para algo, no sé para qué, pero seguí haciéndolo. Las agujas se enroscan enargollando mi vida mientras yo las contemplo con dulzura rendida. Algo, tal vez, suceda. En alguna parte habrá rastros ensombrecidos de lo que soy, pero no serán las huellas que yo desearía dejar. También nos dijimos algo sobre el silencio, inalcanzable para mí, te hacés demasiadas preguntas me dijo y eso me aleja del silencio, para mi la respuesta de la pregunta más larga y punzante, que es silencio para él. El mismo silencio, pregunta y respuesta. Hombre y mujer, absurda diferencia que ya nadie indaga. A mitad de camino nos hemos ubicado tan confortablemente en todo, excepto para diferir el silencio. Mi amor, ya no somos los mismos que nos besamos en aquella plaza nocturna. Lo único que ha perdurado es la temperatura de los cuerpos.

1 comentario:

Narciso Inane dijo...

¿Qué pasó, Clarids? ¿Te pusiste existencialista? A todos nos pasa, y lo único que podemos atinar a hacer es determinar la causa.
Suerte en la investigación!
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