25.9.07

En palabras ajenas desaparece el oprobio.

Uno mismo no es más que una construcción lingüística

cuyos signos redundan para la existencia que los protuye.

Oprobio de ser sonidos

o pensamientos tipográficos azules en tus dedos

cuando recorren anatomías desiguales

con idéntica prolijidad de nutria.

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