no es la misma la que lee
o la que escribe
o la que espera la palabra
o la que ansía que el momento no llegue
o la que olvida el nombre
o la que extiende los dedos en la oscuridad
hacia el cuerpo tibio
y encuentra la noche sola.
No es la misma la que pare hijos mudos
o la que pretende inocencias.
No es la misma la que camina,
la que se detiene,
la que abre los ojos.
No es la misma esta
que piensa
que aquella
que espera
o esa
que late.
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