veo estallar mis muñecos, veo el aserrín que les sale por los rasgos, deshaciéndose sin haber sido...(Fernando Pessoa)
No duele el desconocido
que vocifera, insulta, agrede, lastima.
Es injusto,
cruel,
pero ajeno.
Duele el cuerpo del amado
vuelto hacia adentro
en pétrea humillación
o glacial insulto.
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